TRIBUNA DE LA SOCIEDAD CIVIL DE ESPAÑA

La necesaria refundación de la política exterior española (Florentino Portero)

El guión no sólo no se cumplió sino que, como si de un boomerang se tratara, se volvió contra su hacedor. La presidencia europea de turno se iba a convertir en el momento en que, por fin, nuestro presidente iba a lanzarse de lleno a la política exterior, dejando atrás un currículo manifiestamente mejorable. Más aún, una intensa y sobresaliente agenda iba a lograr ocultar durante medio año el penoso estado de nuestra economía, manteniendo a flote la imagen del Gobierno ¿Qué queda de todo aquello? Cuando apenas hemos cruzado el ecuador del mandato la respuesta sólo puede ser una, nada. La pésima gestión de la economía ha supuesto una grave merma de la autoridad de nuestro presidente, que está detrás del vacío que ha sufrido por parte de los dignatarios europeos de referencia. España es parte del problema europeo, por lo que difícilmente se le podía dar cancha en el liderazgo de la recuperación. Nuestra diplomacia se ha encontrado con que franceses y alemanes actuaban a sus espaldas, sin invitar a nuestro presidente, que lo es de la Unión, a reuniones informales donde se perfilaba la agenda real de reuniones importantes. La obsesión de nuestro ministro de Asuntos Exteriores por revertir la “posición común” sobre Cuba, fijada en su día por iniciativa española y establecida sobre unos valores claramente democráticos, nos ha llevado a una situación penosa. Tras escenificar la tensión cainita de que españoles destruyan el trabajo de españoles, sólo ha logrado poner en evidencia hasta qué punto nos encontramos aislados de nuestro entorno inmediato. La Unión Europea no vino al rescate de Rodríguez Zapatero sino a poner aún más de manifiesto la escasa autoridad de nuestra diplomacia, a pesar de que esta segunda etapa de gobierno socialista comenzó con una proclama de ortodoxia europeísta y la mejor disposición a seguir el dictado franco-alemán.