Tras las II Guerra Mundial, Alemania quedó derrotada, ocupada y maltrecha física y moralmente. Su economía se hundió y el marco se devaluó hasta límites insospechados. Los alemanes aún no han superado del todo este trauma y siguen obsesionados por el control de la inflación y del excesivo gasto público.
¿Una Alemania europea o una Europa alemana?
Con la ayuda inicial de Estados Unidos y el ulterior apoyo de Francia y Gran Bretaña, Alemania inició su recuperación política y económica en medio de un clima de desconfianza. El Pacto de Bruselas de 1948 -que dio lugar a la UEO- se firmó para impedir un posible rearme germano. La OTAN se estableció un año más tarde para -en frase atribuida a Churchill- “mantener a los americanos dentro, a los rusos fuera y a los alemanes abajo”. Igual ocurrió en el plano económico con la creación en 1951 de la CECA, cuyo objetivo era controlar el carbón y el acero, los productos básicos de la industria bélica. No obstante, con visión de futuro, los padres de Europa –los Monnet, Spaak, Schumann y Adenauer- superaron este temor y sentaron las bases de la cooperación e integración europeas, con la constitución en 1957 de la Comunidad Económica Europea.