Alejandro Macarrón Larumbe, fundador y director de la fundación Renacimiento Demográfico, alertó durante la Sesión Plenaria del Foro de la Sociedad Civil celebrada el pasado 4 de julio del grave problema que supone el envejecimiento y la tendencia a la pérdida de población de las sociedades occidentales, y reclamó a los gobernantes medidas para fomentar la natalidad y la familia, así como la implicación de la sociedad civil y el mundo académico en este empeño.
“El envejecimiento de la sociedad y la pérdida de población por la baja natalidad conllevan indeseables efectos en el plano económico, pero ése no es su peor efecto. Más grave aún es lo que implican a nivel afectivo. La soledad de los mayores es creciente, porque cada vez hay más gente que no tiene hijos o hermanos. Y a la larga, la disminución continua de los nacimientos llevaría incluso a la desaparición de la sociedad”, afirmó Macarrón.
El autor de los ensayos Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo y El suicidio demográfico de España analizó el problema también desde una óptica política y aseguró que en nuestro país “caminamos hacia una democracia degenerada en gerontocracia, pero no en el sentido clásico griego de gobierno de los ancianos sabios, sino por la preponderancia cada vez mayor del masivo jubilado”.
Para este ingeniero y consultor empresarial, “Europa tiende a la irrelevancia mundial, porque pesa cada vez menos desde el punto de vista demográfico, y con ello, en PIB”, debido al escaso vigor de sus sociedades.
Como causas de la baja natalidad en España, Macarrón señaló algunos de los cambios producidos por la modernización en el modelo social, “en el que tener hijos cada vez tiene menos cabida”.
Entre ellos, aunque una parte sean muy positivos, y en todo caso poco o nada reversibles, figuran la mucha menor mortalidad infantil y juvenil; el abandono masivo del entorno rural a favor de las ciudades; las prestaciones sociales del Estado a las personas mayores, que hacen mucho menos necesario que antaño que, de mayores, nos cuiden los hijos; la incorporación de la mujer al mundo laboral; el acceso masivo de la población al mundo universitario, que retrasa un número apreciable de años la edad a la que nos planteamos tener hijos, la creciente desestructuración familiar y la decadencia de la religiosidad y el patriotismo.
Para solucionar este problema, el director de Renacimiento Demográfico reclama campañas de concienciación social y políticas de apoyo a la natalidad, como las desarrolladas en países como Francia desde hace 70 años.
“Hay que analizar soluciones segmentadas y con buena relación entre eficacia y coste, para apoyar tanto a la mujer que quiere ser madre y trabajar, como a aquellas madres que prefieren no trabajar fuera del hogar y dedicarse mucho más al cuidado de los hijos”, afirmó Macarrón, que reclamó también que las políticas “no ninguneen el papel de los padres”.
“Hace falta un cambio cultural en favor de la familia con niños” y que se entienda socialmente que “los hijos son una inversión para la siguiente generación”, añadió.
“Si conseguimos que el problema de la natalidad sea una preocupación social generalizada, los políticos tomarán cartas en el asunto”, manifestó el fundador de Renacimiento Demográfico, que apuntó que la llegada de inmigrantes no puede ser la única solución al problema del envejecimiento de la sociedad y la pérdida de población autóctona.
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