El Instituto de Estudios Económicos ha elaborado un nuevo Índice de Competitividad Fiscal que ubica a España en el puesto 23 de 36 de los países desarrollados analizados.
En una escala de uno a diez, correspondiendo a diez la situación mejor de competitividad fiscal, España tiene una calificación media de competitividad fiscal de seis, sensiblemente inferior al promedio de 6,6 que obtienen los países de la UE en esta clasificación y muy alejado de los países con mejores prácticas, como Estonia que puntúa con un diez.
España tiene un esfuerzo fiscal (presión fiscal recaudatoria ajustada por nivel de renta) superior en un 10% al promedio de la OCDE.
El problema se intensifica, además, por el superior peso de le economía sumergida en España con relación a la UE, lo que hace que el ratio de presión fiscal español que soportan los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones sea mucho mayor en España que en la UE, explicándose un 80% de la diferencia de presión fiscal recaudatoria entre España y la UE por la circunstancia de la menor economía sumergida de esta última.
El informe también recoge las debilidades de nuestro sistema tributario y se aconsejan diversas reformas orientadas a mejorar la competitividad fiscal de España.
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