Manuel Aragón, catedrático de Derecho Constitucional y magistrado emérito del TC, aseguró el pasado 7 de febrero, en la Sesión Plenaria del Foro de la Sociedad Civil, que “muchos políticos y algunos juristas han olvidado qué es la democracia constitucional” y afirmó que, “antes de reformar la Constitución, primero hay que cumplirla”.
Para Aragón, que fue miembro del TC entre 2004 y 2013, no es momento propicio de reformar la Constitución. Según el magistrado, “muchos de los problemas que tenemos hoy derivan de que la Constitución no se cumple adecuadamente”.
Aragón enumeró algunos de los problemas que detecta en España, entre las que destacó algunas como “la debilidad parlamentaria, el deterioro de la función legislativa por la escasa calidad de las leyes, el abuso de las proposiciones de ley, la extraordinaria utilización del procedimiento de urgencia en la elaboración de las normas, las leyes ómnibus o el extraordinario abuso de los decretos leyes”.
El magistrado mostró su preocupación por “el deterioro de la seguridad jurídica y de la independencia judicial” en España y por la “penosa situación del Ministerio Fiscal”.
Aragón lamentó que haya una parte del territorio donde “no se cumple la constitución, ni las leyes, ni las sentencias judiciales” y criticó “la conversión del Estado ‘con partidos’ en un Estado “de partidos”, que han logrado “ocupar casi todas las instituciones”.
El catedrático mostró su perplejidad por la confusión reinante entre Gobierno y partidos. “¿Cómo es posible que los miembros del Ejecutivo utilicen fondos públicos para desplazarse a actos de partido? ¿Cómo es posible que se haga campaña electoral desde La Moncloa?”, se preguntó.
Aragón apeló al consenso político en los asuntos fundamentales del Estado y criticó el nivel del debate parlamentario actual. “Tenemos unas sesiones parlamentarias que dan grima, porque son una combinación de insultos y mítines, donde se dicen cosas de lo más peregrinas, convirtiendo al adversario en enemigo”, aseguró el magistrado.
Para Aragón, la deriva actual del Gobierno “ha conseguido estabilidad al precio de la ingobernabilidad y de la ineficacia”.
Según el exmagistrado del TC, en España el presidente del Gobierno está sustituyendo al propio Gobierno arrogándose competencias que no le son propias, como quedó patente en el caso del cambio de política respecto al Sáhara.
Aragón defendió la monarquía parlamentaria y la figura de Felipe VI, al que calificó de “rey ejemplar”.
“La monarquía parlamentaria ha sido una buena solución histórica. Sin ella, la Transición no hubiera sido posible. En España, la monarquía es una de las principales instituciones que sirven para que la Constitución siga en vigor y para que la unidad de la nación española quede preservada. Es un elemento importante de vertebración nacional”, dijo.
Pese al panorama trazado, Aragón considera que “la democracia constitucional en España no está destruida” porque “determinadas instituciones resisten; porque la sociedad española no está polarizada, aunque podría llegar a estarlo si continúa la polarización excesiva de los políticos; porque la situación social y económica no está en grave riesgo y el Estado social está funcionando, y porque la UE nos proporciona una serie de garantías frente al deterioro institucional”. Pero sí que está, nuestra democracia constitucional, en grave riesgo, por el mal funcionamiento de los partidos y por la falta de lealtad constitucional de muchos de ellos, y más aún, por la adopción de decisiones institucionales poco respetuosas con la Constitución y con los principios del Estado de Derecho.
Para revertir la situación, Aragón propugnó una serie de reformas urgentes, tanto legales como de la práctica política, para “recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones, hoy tan erosionadas, y volver al consenso, hoy tan abandonado por la excesiva polarización de la política.
“España tiene capacidad para enfrentarse a sus problemas, pero tiene que hacerlo con urgencia. No tenemos un Estado fallido, pero sí debilitado. Está en manos de los políticos y de los ciudadanos alertar y difundir la necesidad de la reforma, porque no podemos seguir así. Los ciudadanos todavía tienen capacidad de reacción. Tenemos que estar vigilantes y no dormirnos”, afirmó.
“Tenemos que frenar el deterioro que está sufriendo nuestra democracia constitucional, para que dejemos de ser una democracia menguante y volvamos a ser lo que fuimos desde 1976: una democracia creciente”, concluyó Aragón.