El miembro del Foro y Letrado de las Cortes José Luis Ruiz-Navarro escribe un interesante artículo en República.com conmemorando el 50 aniversario del contubernio de Munich. Ruiz-Navarro destaca que dicha declaración supuso un punto de partida de la transición política de nuestro país que quince años más tarde conduciría a la recuperación de las libertades democráticas con la Constitución de 1978.
Artículo completo publicado en República.com:
Este 2012 se cumplen 50 años del Contubernio de Munich. Mi amigo Eugenio Nasarre, Diputado y Presidente del Consejo Español del Movimiento Europeo, que sigue creyendo en la vieja pero vigente idea de la Europa de los pueblos y no solo de la economía, me decía que de los poco más de cien españoles que asistieron a aquella cita histórica, hoy sobreviven: Fernando Álvarez de Miranda, Carlos María Brú y José Federico de Carvajal. Precisamente porque casi no quedan testimonios vivos que expliquen a los españoles de hoy lo que hace medio siglo significó aquel acontecimiento para el futuro de nuestro país, vale la pena recordar a aquel grupo de profesionales e intelectuales que asistieron al IV Congreso del Movimiento Europeo, celebrado en Munich en junio de 1962. Este Congreso constituyó la primera oportunidad de reunir después de la Guerra Civil a los opositores al régimen de Franco del interior y de fuera de España. Además de los supervivientes mencionados, allí estuvieron entre otros: Salvador de Madariaga, José María Gil Robles, Jaime Miralles, Joaquín Satrústegui, Dionisio Ridruejo, Jesús Barros de Lis, Iñigo Cavero, José Luis Ruiz Navarro, Alfonso Prieto, Félix Pons, Jesús Prados Arrate, José Vidal Beneyto, Fernando Baeza, Rodolfo Llopis, Manuel de Irujo, Vicente Pinies y tantos otros que como consecuencia de sus convicciones democráticas fueron represaliados con el destierro o el exilio. Pero lo verdaderamente importante del llamado despectivamente “contubernio de Munich” lo resume, a mi juicio, Salvador de Madariaga en su Historia de España, cuando dice que con este encuentro entre españoles terminó la Guerra Civil añadiendo: ” nos hemos reunido para otear el camino que nos conduzca juntos a la libertad”. En 1962, aquel Congreso europeo consensuó una declaración que supuso un punto de partida de la transición política de nuestro país que quince años más tarde conduciría a la recuperación de las libertades democráticas con la Constitución de 1978. El manifiesto que los participantes aprobaron por unanimidad decía:
“El Congreso del Movimiento Europeo estima que la integración de todo país a Europa, exige de cada uno de ellos, instituciones democráticas, lo que significa, en el caso de España, de acuerdo con la Convención Europea de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la Carta Social europea, lo siguiente: 1.- La instauración de instituciones auténticamente representativas y democráticas que garanticen que el Gobierno se basa en el consentimiento de los gobernados. 2.- La efectiva garantía de todos los derechos de la persona humana, en especial los de libertad personal y de expresión, con supresión de la censura gubernativa. 3.- El reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales. 4.- El ejercicio de las libertades sindicales sobre bases democráticas y de la defensa por los trabajadores de sus derechos fundamentales, entreoíros medios por el de la huelga. 5.- La posibilidad de organización de corrientes de opinión y de partidos políticos con el reconocimiento de los derechos de oposición.
El Congreso tiene fundada esperanza de que la evolución con arreglo a las anteriores bases permitirá la incorporación de España a Europa, de la que es un elemento esencial; y toma nota de que todos los delegados españoles presentes en el Congreso, expresan su firme convencimiento de que la inmensa mayoría de los españoles desbanque esa evolución se lleve a cabo de acuerdo con las normas de la prudencia política, con el ritmo más rápido que las circunstancias permitan, con sinceridad por parte de todos y con el compromiso de renunciar a toda violencia activa y pasiva antes, durante y después del proceso evolutivo.”
Hay textos políticos que constituyen por su brillantez y claridad un referente y los convierte en intemporales. Así, la Constitución de Cádiz de la que este año celebramos su bicentenario se convierte en un ejemplo, pues es un espejo en el que se reflejan las virtudes del espíritu liberal español, “El amor a la Patria es una de las principales virtudes de todos los españoles y, así mismo, el ser justos y benéficos”, dice su artículo 6. También las 280 palabras del manifiesto del Congreso de Munichson un referente político que me sigue produciendo admiración por su extraordinaria vigencia .En esta declaración está todo: las demandas de democracia, el reconocimiento de los derechos históricos, la proclamación de las libertades fundamentales de la persona y sus garantías, incluidos los derechos sociales, la esencia plural que deben tener los partidos políticos y las organizaciones sociales que nos representan, el carácter auténticamente democrático de las instituciones y muy especialmente del Parlamento como depositario de la soberanía nacional y la proyección exterior y especialmente europea de España. Pero lo que más me admira de esta declaración es la sencillez con que proclama las claves de la convivencia: la prudencia política, la sinceridad en la forma de actuación política, lo que hoy llamaríamos lealtad constitucional y el compromiso de renuncia a la violencia, deberíamos decir confrontación, activa y pasiva. Como escribe mi admiradoFernando Álvarez de Miranda la conmemoración de Munich no puede ser solo un símbolo, una mera evocación sentimental. Se trata de de relanzar la idea de regeneración democrática y profundizar en un sistema político más justo y participativo para los españoles.
Uno de los padres de Europa, el Ministro francés Robert Schumann, decía que existen dos tipos de personas las que quieren ser algo y aquellas otras que quieren hacer algo, está claro que los participantes en el Congreso de Munich de 1962 pertenecen al segundo grupo y las generaciones presentes tenemos que valorar el enorme esfuerzo que hicieron aquellos patriotas generosos, para superar las diferencias y contribuir a instaurar el régimen de libertades que disfrutamos.