Desde su constitución, el nuevo Gobierno del PP ha venido insistiendo en que no subiría el IVA. A finales de diciembre de 2011, con el objeto de contribuir a la consolidación fiscal (es decir, al objetivo del equilibrio presupuestario) procedió a subir el IRPF, incrementando entre 0´75 y 7 puntos los tipos impositivos de los diferentes tramos de su tarifa, y denominando a este incremento Recargo temporal de solidaridad, pues, en principio, sólo tendrá vigencia durante los ejercicios de 2012 y 2013. Según el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, esta medida era “menos dañina para el crecimiento económico de España”, y, además, “da la oportunidad de que baje la inflación”. Hay que recordar que el IRPF incide sobre las rentas del trabajo (que representan más del 80% de las rentas gravadas por el Impuesto) con toda la contundencia de su fuerte progresividad, pues las mismas son difícilmente sustraibles al sistema de retención en su fuente u origen, a diferencia de lo que sucede con las rentas procedentes del ejercicio de actividades empresariales o profesionales, normalmente sujetas al régimen de estimación objetiva por módulos. Esta subida del IRPF fue acompañada de una elevación del IBI –entre el 4 y el 10%-, en relación con los edificios cuyo valor catastral hubiese sido revisado con posterioridad a 2009.