El presidente del Foro de la Sociedad Civil, Jesús Banegas, ha participado como ponente en el encuentro ‘Inteligencia artificial y porvenir de la especie humana’, enmarcado en el programa de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), con una presentación en la que ha analizado la relación entre la innovación científica y tecnológica y el crecimiento económico.
Según Banegas, ciencia y tecnología «generan innovación en los procesos productivos que mejoran la productividad y, por tanto, la competitividad de la economía, lo que favorece el crecimiento económico y del empleo, especialmente el más cualificado y, por consiguiente, remunerado».
Durante su intervención en este encuentro, dirigido por Ramón Tamames, el presidente del Foro ha recomendado a los gobiernos que apuesten por la producción científica y tecnológica. «Copiar las innovaciones científicas y tecnológicas y aplicarlas al quehacer económico favorece el crecimiento económico y el empleo, pero quienes las crean ganan más –no sólo las usan, sino que, además, las venden– y, además, no encuentran límites a su progreso», señala.
«La libertad económica y su manifestación más típica: la concurrencia de las más diversas empresas en los mercados, engendra innovación. Así, los sectores más abiertos a la libre competencia son los que más invierten en tecnología y, por tanto, innovan, mientras que los más protegidos innovan menos. Esto no sólo sucede en España; una miríada de estudios empíricos pone de manifiesto la estrecha relación existente entre innovación y libre competencia», afirma Banegas.
El presidente del Foro considera que la existencia de mercados únicos beneficia a la innovación. «Que un país como España, de modesta dimensión por población y renta, fragmente su mercado con reglamentaciones autonómicas, incluidas las barreras idiomáticas, es una mala noticia para la innovación; todo un ridículo contraejemplo de EEUU», explica.
En el caso español, el presidente del Foro considera que «es necesario, sin embargo, además de contar con una sociedad cada vez más abierta al cambio, seguir esforzándonos en la educación y la formación profesional continuas, dotarnos de instituciones económicas favorables a la innovación – registro de patentes, capital riesgo, tratamiento fiscal– y, sobre todo, articular un sistema coherente de medios y objetivos, para que todo quehacer innovador encuentre por doquier facilidades, no sólo económicas, también políticas y sociales».
«Se sigue echando en falta en nuestro país respeto y reconocimiento social a los empresarios innovadores; políticas industriales que, además de fomentar la innovación, faciliten la consolidación y el crecimiento del éxito; atención singular al pequeño innovador; apoyo a la proyección exterior de las novedades; facilidades administrativas y laborales para las empresas innovadoras, y apoyo inteligente a la creación de valor añadido nacional competitivo», apunta Banegas.
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(Foto: Juan Manuel Serrano/UIMP)