El abogado y exdiputado Gaspar Ariño, miembro del Foro de la Sociedad Civil, presentó ante la Sesión Plenaria de esta entidad su nuevo libro, ‘La nueva izquierda: perfiles identitarios’, en el que concluye que estas fuerzas políticas emergentes no aspiran a la regeneración, sino al cambio radical.
“Esta nueva izquierda quiere cambiarlo todo y acabar con el sistema establecido. Su aspiración no es la regeneración, sino un cambio radical. Quieren otro Estado, un Estado que se haga cargo de los pobres y que esté presidido por una economía con alma”, aseguró Ariño durante la presentación de su obra.
Según este experto, “la nueva izquierda no son unos frikis ni unos chicos que no saben dónde van. Saben lo que quieren y están liderados por un grupo de profesores universitarios jóvenes que son los herederos del marxismo del siglo XXI”.
Para Ariño, estas nuevas fuerzas como Podemos buscan establecer un nuevo “constitucionalismo social”, que se traduce en el uso a conveniencia del Derecho. “Se hace Derecho lo que conviene, porque se tiene la mayoría”, denuncia el autor.
Según este miembro del Foro, “la estrategia de Podemos es no discutir aquello que les puede quitar votos, unificar las fuerzas sociales que respaldan una posición de izquierda radical y dejar los programas a un lado. Es una estrategia simbólica, de denuncia y acusación, que generará legitimidad para poner en duda la legalidad”.
El objetivo de Pablo Iglesias, líder de Podemos, es conquistar el poder, que está en las instituciones del Estado. “Pretende el triunfo electoral mediante una hegemonía popular previamente construida. Hoy, la hegemonía popular es el capitalismo, que es con el que quieren acabar”, declaró el autor de ‘La nueva izquierda’.
“Iglesias sólo escribe acusaciones al neoliberalismo explotador y denuncias de los vicios que le acompañan. Ésa es su estrategia. Él sabe que es inútil predicar los principios marxistas a una sociedad que vive bastante bien”, afirmó Ariño.
El autor ve a la nueva izquierda como una “unidad popular sin programa” que se ha perdido en sus propias contradicciones internas, aunque su peligro es grave.