El pasado jueves 28 de enero tuvo lugar la Sesión Plenaria “La Unión Europea hoy. Desafíos y perspectivas de futuro”, a cargo del Excmo. Señor D. Marcelino Oreja Aguirre, Ex-Ministro de Asuntos Exteriores, antiguo Comisario de la Unión Europea y actualmente Presidente del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, Presidente de la real Academia de Ciencias Morales y Políticas y Consejero Nato de Estado, cargo del que había tomado posesión la misma mañana.
D. Marcelino puso de manifiesto cómo la globalización, la concurrencia de potencias emergentes (China, India, Brasil) y la crisis parecía haberse traducido en una relativa pérdida de presencia de Europa en los foros internacionales, expresando su deseo de que la necesidad de reaccionar se aprovechase para dar un salto adelante. Asimismo resaltó cómo era frecuente la crítica a la UE, de manera especial por los políticos nacionales, pero sin embargo parece que nadie ha pedido salirse de ella.
Cierto: la formación de la actual Unión Europea, un proceso de etapas bien conocidas, es una de las aventuras más apasionantes de los últimos cincuenta años. La radical novedad que introdujo frente a los modelos tradicionales de organizaciones internacionales fue el monopolio de la iniciativa legislativa de la Comisión en materias de su competencia. Entre sus hitos cabe destacar la creación de un espacio común de libertad, seguridad y justicia; el logro de una moneda común; o las sucesivas ampliaciones hasta sus actuales 27 Estados miembros.
Hacia el final de la sesión D. Juan Díez Nicolás trajo a colación el controvertido tema de la diplomacia inglesa que parece estar siempre amenazando con su salida de la Unión, lo que parece conferirle una excesiva posición de fuerza en las negociaciones y que se traduce en claras ventajas no todas ellas plenamente justificables siempre. Ignacio Camuñas apuntó en este sentido cómo los británicos vienen siendo tradicionalmente unos habilísimos negociadores diplomáticos.
La misma importancia que la Revolución Francesa en 1789 o el Congreso de Viena de 1815, o aún más, se le puede atribuir al derribo del Muro de Berlín en 1989 si se considera que éste supuso la ruptura con el secular sistema de equilibrios de poder en Europa. A ello han de sumarse una serie de nuevos fenómenos como la aparición de las grandes multinacionales, los diversos tipos de grupos más o menos organizados (es el caso de Hamás) pero ciertamente influyentes, o los llamados fondos soberanos y las reacciones hostiles que han suscitado.
Estamos en un momento en que son numerosas las crisis que azotan el planeta: energética, medioambiental, alimentaria… pero quizá la más preocupante de todas sea la crisis de valores, la desaparición de los principios éticos en el orden social y político.
D. Marcelino Oreja hizo un repaso al proceso de ampliación a los países del centro y este europeo además de Malta y Chipre, constando cómo los estándares que se le exigieron a España fueron ciertamente más estrictos que los exigidos sobre todo a algunos de los países que antes habrían estado bajo la influencia soviética. Una de las cuestiones surgidas a raíz de las sucesivas ampliaciones era la necesidad de reformar las instituciones europeas, cuestión que también se abordó.
En este sentido Oreja Aguirre hizo mención al Tratado de Lisboa y cómo éste viene a salir al paso de algunas de las mayores denuncias que se han hecho al sistema institucional europeo, una de los cuales es el déficit democrático de sus instituciones. A partir de este Tratado toda la legislación se somete a la doble aprobación del Parlamento y el Consejo, reconociéndose el control previo de la legislación europea en preparación por parte de los parlamentos nacionales. Es la llamada “alerta temprana”, fruto de la propuesta del europarlamentario español Iñigo Méndez de Vigo y que cabe ejercer desde el momento en que la Comisión formula su propuesta legislativa. El que haya un Presidente del Consejo Europeo con carácter estable también debería coadyuvar al mejor funcionamiento de la Unión.
Por su parte en el turno de preguntas D. Eloy Ybáñez acusó más que la falta de representatividad de las instituciones europeas, la falta de comunicación de éstas con la sociedad. Se propuso la necesidad de que los Europarlamentarios se eligiesen a la vez que los diputados nacionales de modo que se aumentase la participación electoral y por tanto la representatividad del Parlamento Europeo y la conciencia de los ciudadanos respecto de la importancia real de las instituciones europeas. Todo ello debería redundar en una mayor visibilidad, eficacia y legitimación democrática de las instituciones europeas.
Europa ha de encontrar su sitio en el mundo y los europeos hemos de retomar la confianza en nosotros mismos, basada en una iniciativa individual que resulte posible, frente al fácil refugio en el grupo y en un Estado paternalista que esperamos nos lo resuelva todo. Lo contrario sólo lleva a la crisis del modelo de vida, a la desconfianza de los europeos en su futuro y la desesperanza. Pero la agresiva tendencia al relativismo moral en nada ayuda a abandonar estas circunstancias.
La cuestión de la adhesión turca fue objeto de largo debate y sus orígenes se pueden trazar a la adhesión de Grecia y Turquía al Consejo de Europa en el año 1949. Es desde 1963 que Turquía solicita su adhesión a las entonces Comunidades Europeas pero no es hasta 1999 que es aceptada como Estado candidato, abriéndose las negociaciones en 2004. Parece ser que una particular circunstancia electoral alemana habría precipitado la aquiescencia de Francia al reconocimiento turco de 1999, al parecer a cambio del apoyo germanos en unos temas agrícolas. Sin embargo superada esta circunstancia parece ser que en las negociaciones posteriores con Turquía, Francia podría estar siendo uno de los países que mayores objeciones estaría introduciendo, sin perjuicio de que como democracia Turquía esté lejos aún de cumplir con los criterios de Copenhague, circunstancia que sólo avala una reciente sentencia de su Tribunal Constitucional que no reconoce el sometimiento de los militares a los Tribunales civiles.
D. Julio Pascual hizo referencia en este sentido a las “dos Turquías”, con una élite absolutamente europea y un pueblo al cual aún le faltaba desarrollo para que se pudiese proceder a su plena integración a nivel europeo, planteándose en este sentido si había fundamento o no para que el ingreso de Turquía pudiese ser visto como factor de estabilización o no, a la luz de la situación geopolítica de ese país en relación con la UE.
Cerró la interesante sesión D. Marcelino abogando con entusiasmo por la Unión Europea como el camino por el cual avanzar y en cuyo seno buscar la solución valiente y coordinada de nuestros problemas.