La sucesiva presentación de medidas de estímulo a la actividad económica aprobadas por las autoridades no contemplan, al menos, desde una perspectiva práctica, el déficit de productividad que viene arrastrándose desde hace muchos años, incluso, en el pasado ejercicio, en el que, aumentando ligeramente, era la mitad de la contabilizada en el conjunto comunitario.
Por su parte, la competitividad, desde la consideración de la evolución de los costes laborales unitarios, presenta, igualmente, un cierto deterioro, entre otras cuestiones, porque los ajustes salariales anuales se referencian a los índices de precios al consumo no a las ganancias en productividad. Y un buen ejemplo de ello lo teníamos en 2009, en que la subida nominal de los salarios se establecía en la mayoría de la negociación colectiva en el 2,5% cuando la inflación prevista se situaba en el 0,8%. Algo que ha sido corregido en 2010, al limitarla a un incremento del 1,3%, con un nivel muy parecido al crecimiento de los precios.
La mejora de estas magnitudes pasa por algunas cuestiones de mayor contenido estructural, entre otras, las que según el EuroBarómetro de Business Europa se resumen en el cuadro siguiente: