Por su interés, recomendamos la lectura del artículo de opinión del economista Juan Ramón Rallo publicado en Vozpópuli y titulado El salario mínimo empobrece a la mayoría de pobres. En él, hace referencia a una investigación de Thomas MaCurdy, según la cual, «cuando se decide subir el salario mínimo, los ‘beneficios’ se distribuyen a partes iguales entre familias ricas y pobres». Para acceder al texto completo en su fuente original, pulse aquí.
MaCurdy, que estudió lo sucedido en Estados Unidos en 1996, cuando se subió el salario mínimo, este incremento «se tradujo en aumentos de precios, especialmente en sectores como bares y restaurantes, educación, alimentos o consumo personal», que afectó en especial a las familias con menores ingresos, que son las que «concentran relativamente más sus compras en aquellos productos encarecidos a raíz de la subida del salario mínimo».
La conclusión principal extraída por Rallo es que, «cuando el salario mínimo no destruye empleo, equivale a una subida indiscriminada del IVA dirigida a financiar un aumento del gasto público repartido cuasi uniformemente entre menos del 25% de la población (con independencia de sus niveles de renta)».