El catedrático de Sociología Emilio Lamo de Espinosa ha publicado un interesante artículo en El País bajo el título de ¿Importa ser nación?, cuya lectura recomendamos. Puede acceder al texto completo en su fuente original pinchando aquí. En él, el autor señala que el futuro pasa trabajar por la unión de los ciudadanos, no naciones, esquivando el riesgo de crear nacionalismos.
«A la hora de pensar el Estado moderno, todos hemos interiorizado un hábito (una rutina) de pensamiento según el cual allí donde hay una lengua, hay una nación, y allí donde hay una nación, hay (o debe haber) un Estado: lengua=nación=Estado. Pero ojo, también viceversa: Estado=nación=lengua. Así, cuando se dice que disponer de una lengua propia otorga a una comunidad el derecho a tener Estado, se argumenta desde la nación hacia el Estado, de abajo a arriba. Pero cuando un Estado o un dictador trata de imponer una sola lengua porque es una sola nación, la lógica funciona igual», escribe Lamo de Espinosa.
«¿Podemos hoy organizar el mundo con ese esquema, como pretendió el presidente Wilson hace ahora un siglo? ¿Toda nación tiene derecho a “su” Estado? Me temo que no», afirma el catedrático, que muestra cómo «en el mundo hay algo menos de 7.000 lenguas, unas 5.000 etnias y algo menos de 200 Estados».
Por tanto, según Lamo de Espinosa, una lengua no da derecho a tener una nación y se debe trabajar por unir ciudadanos de proyectos culturalmente heterogéneos.