INNOVACIÓN |
- EL ALMA DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO
- Hasta mediados del siglo XX, los economistas atribuían el crecimiento de la riqueza de las naciones al efecto de combinar el trabajo y la inversión productiva. Esta suposición comenzó a decaer a partir de la 2a Guerra Mundial cuando se establecieron contabilidades nacionales que permitieron medir la riqueza en forma de Producto Interior Bruto y en consecuencia plantear formulaciones de base empírica -las anteriores eran metafísicas- con los factores que la hacen posible.
- En 1956, el luego premio Nobel de economía Robert Solow publicó un extraordinario artículo en el que sostenía que menos de una cuarta parte del crecimiento económico de EEUU provenía de la acumulación de capital, mientras que más de tres cuartas partes procedían de la innovación tecnológica. Desde entonces la ciencia económica ha asumido dicha tesis.
- Desde dicha perspectiva, más tarde se acuñó una división de países: los genuinamente innovadores, los adoptadores de tecnologías y los excluidos de ambos procesos. Los primeros tiene garantizado el crecimiento a largo plazo, los segundos tienden al estancamiento y los terceros están condenados a la decadencia.
- Para que la innovación tenga lugar es necesaria la figura del empresario shumpeteriano, definido por Wiliam Baumol como “un audaz e imaginativo desviador de los patrones y prácticas de las empresas establecidas, que constantemente busca oportunidades de introducir nuevos productos y procesos, para invadir nuevos mercados y crear nuevas formas organizativas”.
- Para que dicho proceso innovador pueda tener lugar es condición necesaria el libre mercado y muy en particular, la ausencia de obstáculos al ejercicio de la función empresarial amén de la libre entrada y salida de los mercados.
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