Juan José Laborda, expresidente del Senado, aseguró ante la Sesión Plenaria del Foro de la Sociedad Civil celebrada el pasado 22 de septiembre que, en el mundo de hoy, “el nacionalismo es un muerto viviente”.
Durante su ponencia, titulada ‘Patriotismo versus nacionalismo en la era europea que aún no tiene nombre’, Laborda analizó la situación política y social actual contraponiendo esos dos fenómenos.
Según Laborda, “la Edad Contemporánea la definieron la revolución y la nación, pero desde 1989, con la caída del Muro de Berlín y del comunismo, ya no son referentes para imaginar el futuro”.
Tampoco el jacobinismo sirve en el mundo de hoy, lo que ha provocado la decadencia del nacionalismo. Para Laborda, en lugar de éste “aparece resucitado el viejo patriotismo de Tucídides y Voltaire”.
Para el senador socialista, la diferencia entre patriotismo y nacionalismo puede encontrarse ya en George Orwell. “El primero produce lealtades múltiples. Un patriota puede ser leal a la tierra donde nació, donde están enterrados sus padres, a la región donde ha desarrollado su infancia, a su país, a Europa o a la humanidad. Sin embargo, el nacionalista sólo puede ser leal a la nación”, afirma.
Un ejemplo de la decadencia del nacionalismo disgregador Laborda lo encuentra en Grecia. “Grecia es el paradigma de cómo una oposición nacionalista y una oposición revolucionaria intentaron dar un golpe y retar a Europa, y hemos visto cómo ha acabado eso. De ese embate, la política griega va a salir podada de los dos impulsos”, asegura.
Con respecto a España, Laborda considera que “el aislamiento internacional en el que se desenvolvió durante tanto tiempo dificultó el desarrollo de un sentimiento nacional moderno”.
Sin embargo, cree que la Constitución de 1978 “no está en decadencia”, aunque aboga por introducirle reformas.
Además, reclama que el Senado se convierta en una verdadera cámara regional. “La cámara de representación territorial hoy es el Congreso de los Diputados. Allí hay partidos regionalistas que actúan en el Congreso como si fueran senadores, mientras que los senadores son diputados de segunda”, dice Laborda.
El expresidente del Senado reclama también una profunda transformación de los partidos políticos. “No pueden ser por más tiempo instituciones como las que existían en los tiempos jacobinos. El futuro de los partidos es que sean organizaciones donde gente que piensa de manera diferente pueda ponerse de acuerdo para lograr unos objetivos comunes”, explica.