Se cierra, en medio de una devastadora crisis económica internacional, el ciclo político que se inició a mediados de la década de los setenta. Tres fueron sus grandes éxitos: la instauración de un régimen democrático de libertades, la plena integración de España en el proceso de unificación europea y su creciente pape, en la escena internacional y el extraordinario avance económico y social. Otras áreas resultan sin embargo más sombrías: el complejo y costosísimo sistema de las Autonomías; la cerrada partitocracia en la que ha desembocado la democracia, un modelo económico demasiado complaciente con viejas estructuras y que hace aguas en un mundo globalizado y un sistema judicial en franco deterioro.