A hombros de Emile Durkheim, cuenta el gran sociólogo Ralf Dahrendorf que las situaciones de «anomia», con su abulia ante las normas y los valores, son el caldo ideal de cultivo para el surgimiento de visionarios. Y éstos, ya lo sabemos, dispensan con largueza recetas políticas fáciles, alejadas de una realidad siempre necesitada de matices.